Durante ese tiempo me di cuenta de que muchas de las cosas que comía habitualmente eran compradas y las podía sustituir por cosas hechas por mí misma.

Cocinar no es solo mezclar ingredientes sino también es un acto de amor que no expresamos con palabras, sino con dedicación y paciencia. Para mí, entrar a la cocina es un momento de relajación y que, además, me llena de alegría y me levanta el ánimo. Nada como sentir el aroma de una torta, de un pan horneándose o de ver a alguien disfrutar lo que yo preparé con mis manos.

¡Cocinar no tiene fronteras! Tuve la suerte de vivir y aprender recetas en distintos lugares del mundo, de cada región tomé las cosas más ricas y se las comparto para que ustedes también las puedan hacer en sus casas.

¡Espero que disfruten de mis recetas y no se olviden de contarme cómo les va al prepararlas!